Fuente: Diario Libre/Kirsis Díaz

¡Doctora esto se me ha ido de las manos!, ¡No sé qué hacer!, ¡él no era así!, son los términos más comunes que los padres transmiten a gritos por la desesperación cuando viven con un dependiente de sustancias controladas.

El gasto económico y el malestar que produce tener un hijo adicto a las drogas, ha provocado que en el territorio dominicano, muchos padres abandonen a su suerte a los hijos.

La doctora Rosa Flores de Lorenzo, directora del Centro de Atención Integral a Niños, Niñas y Adolescentes en Consumo de Sustancias Psicoactivas, destacó un caso en el que un padre manifestaba que no quería asumir la responsabilidad del menor en consumo porque le iba a quitar tiempo de su trabajo.

«Son niños que los padres no quieren hacerse -explicó- cargo de ellos, porque la situación se les escapa de las manos, puedo hablar de un caso en específico que nos tocó mucho porque el papá nos expresó que si el niño se hubiera muerto hubiera estado mejor».

El menor era el fruto de un hogar desintegrado, en este caso, porque la madre del infante había fallecido y el padre se lo llevó a un tío. Cuando el niño comenzó a consumir, éste lo regresó a su padre quien no quería hacerse responsable.

«Son trece años los que tiene en estos momentos y ese niño ahora anda deambulando posiblemente por las calles, consumiendo y distribuyendo», expresó la directora del Centro que maneja el Estado.

Ante la pregunta del por qué no se le dio asistencia al menor en este Centro, nos responde, que a veces, cuando los menores no poseen un apoyo familiar, ellos deben llevarlos a un hogar de acogida tras recordar que no cuentan con la modalidad residencial. En este caso, hicieron acuerdos verbales con el padre para que se hiciera responsable.

«Pero lo último que supimos fue que el niño volvió a la calle», comunicó Rosa Flores.

El artículo 60 de la Ley 136-03 responsabiliza al Estado con la activa participación de la sociedad, garantizar programas y medidas especiales de protección para niños, niñas y adolescentes, privados de la familia biológica o adoptiva, temporal o definitiva.

En esta ocasión, correspondía a las autoridades llevar a la Justicia este caso para hacer cumplir al padre o hacerse responsable, pues si un menor con las condiciones descrita por la directora de este centro, no encuentra ayuda del Estado, nos preguntamos ¿de quién o quiénes recibirá la protección?
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Luis Guzmán y Wendy Pérez, ambos padres solteros, intentan ayudar a sus hijos a abandonar el vicio de las drogas. Residentes en lugares cercanos Villas Agrícola y Villa Consuelo, respectivamente, sectores humildes del Distrito Nacional, confiesan que se les hizo difícil aceptar que sus hijos consumían marihuana.
-Me enteré por una vecina y me sentí tan avergonzada, porque uno hace tanto esfuerzo con los hijos, que es difícil saber que están atrapados en ese mundo tan dañino, relata Pérez entre llantos.
En el caso de Guzmán, pensó que su hijo, se convertiría en jugador de béisbol y por lo menos llegaría a ser bachiller, sin embargo, solo alcanzó el séptimo grado y a los 13 años ya se encontraba en consumo.
-Hasta las lágrimas todavía se me salen. Uno tiene que estar todo el tiempo viendo los pasos que los hijos dan, yo nunca lo hice, porque lo mío eran los gallos y los tragos. Sé que hubo negligencia de mi parte, pero hasta ahora recapacito.
Terapias para los familiares
Todo padre y madre anhela tener un hijo por el librito. Es por ello, que algunos centros además de dar asistencia ambulatoria a los menores en droga, también imparten terapias a las familias con el fin de evitar que esas circunstancias les generen a los progenitores problemas graves de depresión.
«Fantasean con verlos llegar a una profesión, entonces, cuando ven que este no está haciendo las cosas como lo han educado, vienen consigo sentimientos de angustia, tristeza y frustración», explica la psiquiatra Yocasta Vargas, del Centro de Atención Integral a Niños, Niñas y Adolescentes.
La Fundación Volver es otra entidad que trabaja con personas que abusan de sustancias sicoactivas. Aquí imparten música-terapias y cognitivas conductual, tanto a menores y adultos consumidores como a sus familiares, para estos últimos, de acuerdo a su director Hanoi Vargas, dedican dos días en la semana.
Tensión en la morada
Cuando los jóvenes adoptan la decisión de involucrarse en este delito, por lo regular, se tornan agresivos con los allegados que le solicitan abandonarlo. En el caso de Luis Guzmán, en su hogar todo se fue complicando, lo llamaban: su hijo está preso, atracó, robó, le cayó a golpes a alguien, el sentía que la situación se le iba de las manos.
-Él llegaba riéndose, con los ojos rojos y le preguntaba: ¿Tú de que te ríes? Pero siempre me reclamaba que no lo molestara.
Endrogado, una vez se le metió a un amigo mío en la casa. A mí me tiro con una varilla, porque quería que le diera dinero para consumir y le hablé mal. A mi hermano le dio golpes con un palo, porque le dijo que le había robado un par de tenis para drogarse. Todo esto fue cuando él tenía 17 años, al parecer ya le hacía mucha falta esa «bendita sustancia».
En noviembre de 2013, el hijo de Luis conocido en Villas Agrícolas, como El Coco, apodo que le colocó un primo, fue apresado por tercera vez por agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) por posesión de marihuana. El día previo al arresto había cumplido 18 años.
-Esta vez, lo enviaron por tres meses a la cárcel de La Victoria, pero ahora fueron los agentes que se la pusieron en el bolsillo para apresarlo. Yo me siento mal porque está pasando muchos malos momentos y me duele sinceramente, porque está con los monstruos del país y yo no puedo hacer nada.
Adictos menores, consumidores adultos
Basada en la experiencia que posee con el tema de menores en droga, la directora del Centro Integral de Niños, Niñas y Adolescentes en Consumo de Sustancias Psicoactivas, Rosa Flores, destaca que cuando un pequeño comienza en la droga a muy temprana edad, por lo general mantienen ese ciclo cuando llegan a la adultez, sino encuentran un soporte familiar o unos padres responsables.

Una mirada a las estadísticas ofrecidas por la Dirección Central de Antinarcóticos de la Policía Nacional, sobre el número de detenidos por droga en 2013, muestra cómo la población joven se mantiene en esta problemática cuando se hacen adultos. Estos datos destacan que es justo en esta etapa, cuando con mayor énfasis se dedican a esta práctica.

 

 

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En Brasil, según un informe publicado en diciembre de 2013, por la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp), casi 28 millones de brasileños viven con algún familiar que tiene adicción a algún tipo de droga.
La investigación muestra por primera vez el impacto que tiene la convivencia con un pariente adicto a las drogas en la vida cotidiana de las familias, un efecto que, según uno de los coordinadores del estudio, Ronaldo Laranjeira, genera que «por cada adicto haya cuatro personas afectadas».
En República Dominicana, no existen estudios que nos permitan establecer este parámetro y mucho menos saber la cantidad de personas que viven con un familiar adicto a las sustancias controladas.
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Ambos padres confían en que algún día su hogar volverá a la normalidad, lejos de las drogas, los robos, la vergüenza y la tristeza que esta genera cuando puede convertir en adicto a un miembro de la casa…

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