El  próximo 15 de agosto del 2022 se cumplen los primeros cien años de la coronación de la imagen de la Virgen de la Altagracia

La Basílica de Higüey fue erigida el 1 de abril de 1959 por disposición del papa Juan XXIII, mediante la bula Solemne est nobis, siendo sufragánea de la arquidiócesis de Santo Domingo. Fue su primer obispo monseñor Juan Félix Pepén. Su iglesia madre es la Basílica Catedral Nuestra Señora de la Altagracia, la cual fue construida para venerar a la milagrosa Virgen, declarada Patrona del Pueblo Dominicano.

La historia de esta diócesis tiene sus orígenes con la fundación de la villa de Salvaleón de Higüey, en 1505, por Nicolás de Ovando como parte de su proyecto pacificador. En el ritual de fundación de la villa se hizo una misa y se estableció la iglesia, iniciando de inmediato su construcción. La primitiva iglesia de Salvaleón de Higüey fue construida de madera con techo de cana, como todas las iglesias de la isla; y en septiembre de 1506, llegó su primer cura, Juan Mateos.

A partir de entonces hay un acompañamiento espiritual permanente en la región, donde todos sus habitantes participaban, pues era obligatorio que tanto los cristianos que vivían en los campos, como sus esclavos, debían de acudir al pueblo los domingos, los días de fiestas y en las pascuas.

La parroquia se fundó al poco tiempo, cuando el 12 de mayo de 1512 el obispo fray García de Padilla emitió un acta, donde además de erigir la Catedral de Santo Domingo estableció las parroquias de su diócesis, entre estas, la parroquia de Higüey. En el acta señalaba lo siguiente: «Las parroquias tendrán todos los derechos propios de iglesia parroquial, es decir, tener pila bautismal, óleo, crisma, sacramento de la eucaristía, campanario y campana…» y designaba «un cura de almas… y un sacristán a perpetuidad».

Sin embargo, en ese momento la parroquia quedó sin advocación teniendo que esperar hasta el 11 de abril de 1694, cuando se eligió a San Dionisio Obispo de Paris como santo patrono de la parroquia de Higüey. En los albores de 1569 inició la obra de la actual iglesia de San Dionisio «en el lugar donde apareció el cuadro de la Virgen en la copa de un naranjal, mirando hacia el pueblo de Higüey» y, a mediados del 1573, se consagró la iglesia. Desde el siglo XVI, la parroquia era considerada por el pueblo como «un santuario venerado de Nuestra Señora de Gracia».

La iglesia de San Dionisio construida en la Villa de Higüey en el siglo XVI

El Original Santuario de la Virgen

En 1583 se menciona la importancia del lugar «por estar allí la iglesia Nuestra Señora de Alta Gracia, donde se hacen de ordinario muchos milagros y tienen su devoción los vecinos de la dicha Isla y de las otras comarcas». Todavía son numerosos los relatos de los milagros de la Virgen y las peregrinaciones que se realizan para venerar su imagen.

Dos fuertes terremotos se sintieron en la villa de Higüey: uno, en 1684; y el otro, en 1686. Ambos afectaron la estructura de la iglesia, que luego necesitó de múltiples arreglos; estos fueron asumidos por la población, a mucho coste y con ayuda del Gobierno, pues eran años de pobreza y despoblación en la Isla.

Hacia finales del siglo XVIII, se le encargó al pintor criollo Diego José Hilaris, unos exvotos y 27 medallones, cada uno representa un suceso o un milagro de la Virgen.

El 7 de mayo de 1842, un fuerte terremoto la dejó «en estado ruinoso». En ese momento, la población estaba empobrecida y había disminuido drásticamente la llegada de peregrinos, pues comenzaba la lucha por la separación de Haití en 1844. Sin embargo, el proceso de Independencia fue largo y la economía de la nueva nación era frágil; por esta razón, se tuvo que esperar hasta 1876, para reconstruir la iglesia, se sustituyó el piso de ladrillos por uno nuevo de mármol.

De nuevo otro temblor, el 19 de agosto de 1881, y otros en los días sucesivos, afectaron de nuevo a la iglesia considerablemente, pero los desperfectos fueron reparados inmediatamente gracias a los aportes de la población y los peregrinos.

Este evento quedó registrado en una tarja que se encuentra en el interior de la iglesia que reza: «Reedificase este Santuario arruinado por el temblor del 21 de agosto de 1881 con las limosnas de los higüeyanos y los fondos de la Virgen siendo cura el padre Apolinar Tejera, año de 1882».

De la capilla de San Dionisio  a la Basílica de Higüey

Una representación del Vaticano tomó parte en la coronación de la Virgen.

Impedidos los interesados de trasladar la santa imagen a la capital de la República, se procedió entonces a construir una nueva iglesia para que sirviera de alojamiento y adoración a la Virgen de la Altagracia, pero esta vez la iniciativa se centró en la ciudad oriental, a escasa distancia de la antigua capilla donde eran  celebrados los tradicionales cultos.

Las gestiones para la construcción se iniciaron en 1947, a través de una convocatoria para  un concurso internacional que fue ganado por arquitectos franceses. El comienzo de la construcción tuvo lugar en 1954, por orden de Monseñor Juan Félix Pepén, pero debido a diferentes inconvenientes, especialmente políticos vinculados a la muerte del dictador Trujillo en 1961 y  a la guerra de abril de 1965, la construcción de la edificación pareció quedar en el limbo.

Maqueta presentada por arquitectos franceses en 1947 para la construcción de la Basílica de Higüey

Fue durante el segundo mandato del doctor Joaquín Balaguer, el 21 de enero de 1971, que se procedió a la formal inauguración y traslado de la imagen a la Basílica.

 Seis meses después, el 17 de julio, varios delincuentes profanaron el nuevo santuario y sustrajeron la imagen de la virgen de la Altagracia, lo que provocó una conmoción en Higüey y en otras poblaciones dominicanas mayoritariamente católicas y fervientes seguidoras de la Virgen de la Altagracia; sin embargo los desaprensivos fueron detenidos y el lienzo regresado a su nueva morada.

El cuadro con la imagen de la Virgen fue robado por dos delincuentes en 1971

Posteriormente, el 17 de octubre del mismo año, el nuevo templo fue declarado por el Papa Pablo VI como Basílica Menor, mientras que el 15 de agosto de 1973, como fecha de recordación a la coronación de la imagen que tuvo lugar en 1922, la iglesia que ahora sirve de santuario a la Virgen, fue convertida en Catedral de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia, lugar frecuentado permanentemente por dominicanos y extranjeros que se trasladan desde lejanos lugares y hasta desde el extranjero para visitar el imponente templo y en ordenada procesión marcada por la fe, tocar con sus manos el sagrado cuadro y arrodillarse ante la Virgen para pedirle algún milagro, dar testimonio de que se está cumpliendo alguna promesa, y rogarle para que  interceda por ellos y sus familiares.

La primera imagen impresa en papel

En el año de 1800 fue la primera vez que se imprimió la imagen de la Virgen de la Altagracia.

El impresor responsable de la publicación lo fue un francés que vivió en Santo Domingo en los años en que Francia fue dueña del territorio dominicano, período que va de 1795 hasta 1809. Debido a esa condición de colonia de Francia y no de España, fue Andres Josef Blocquerst quien  puso a circular la “Novena para implorar la protección de María Santísima por medio de su imagen de Altagracia”,  en el año de 1800, la que es también la primera oración impresa implorando la protección de la Virgen. En ese primerísimo opúsculo que tuvo existencia a partir del citado año, aparece en su portada la importante información de que el culto, la veneración de la Virgen era celebrada tanto la tierra de Higüey como en “el hospital de la ciudad de Santo Domingo en la Isla Española”.

Una identidad nacional

El culto que trascendió desde Higüey hasta cubrir el territorio nacional, se expresó significativamente en la identidad de los dominicanos, cuando, como parte de la lucha contra la presencia haitiana que gobernó el país desde 1822 y hasta 1844, los Trinitarios encabezados por Juan Pablo Duarte, juraron luchar por la formación de una República Dominicana surgida en 1844, como una nación cuya bandera recogió los colores liberales y simbólicos de la revolución francesa, a la vez que los colores que lleva estampado en su vestido la milagrosa Virgen, como los son el rojo, el azul y el blanco.

La significación del 21 de enero como fecha simbólica para los cultos altagracianos se ha consolidado en la fe y en el imaginario nacional, mientras las autoridades gubernamentales y eclesiásticas procedieron a formalizar cada una de las expresiones vinculadas a la adoración de la Virgen de la Altagracia. Por ejemplo, fue durante el  efímero gobierno del Arzobispo Alejandro A. Nouel, quien dirigió el país desde diciembre de 1912 hasta abril de 1913, cuando el 21 de enero fue declarado por el Papa Pio X, como día de fiesta de guardar en todo el territorio de la República Dominicana.

Como parte de las actividades altagracianas fue inaugurada la iglesia a Nuestra Señora de la Altagracia en la ciudad de Santo Domingo, en 1922.
La feligresía de la Iglesia de San Dionisio a la espera de la llegada de la imagen de la Virgen en 1922.

Una leyenda centenaria

La población de Higüey, luego de muchos años, se enorgullece porque en sus tierras surgió un culto milagroso arraigado ya en el corazón de los dominicanos: el culto, la veneración de la santa imagen de la Virgen María, la santa madre de Jesucristo, en la advocación de la “Alta Gracia” que Dios le concedió  en su maternidad.

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