Para las madres de escasos recursos con niños discapacitados en República Dominicana hay pocas opciones.
Yahaira García, tiene 36 años, y junto a sus cuatro hijas, una de ellas con discapacidad, vive en la extrema pobreza.
“Yo quisiera que mi niña discapacitada pueda ser atendida durante el día en una institución para yo poder trabajar y salir adelante con mis niñas, porque tengo los brazos cruzados”, confiesa a Investigación Objetiva.
Sin ayuda de su pareja para alimentar a las menores de cuatro meses, cinco, quince y veinte años (esta última en silla de ruedas y con parálisis cerebral), la mala alimentación, falta de medicamentos y de una correcta educación afecta a todos en este hogar.
“Cuando no tenemos comida, comemos hasta arroz blanco vacío, de noche pan, refresco, no tenemos una alimentación adecuada es la realidad”, se lamenta la joven residente en Guayubin Olivo, El Brisal, Santo Domingo Este.
Su historia es un reflejo de que cuando una infancia es vulnerada en la adultez la vida puede tornarse amarga.
Fue víctima de abuso sexual cuando tenía 16 años y sin saber cómo decir a sus padres lo que en reiteradas ocasiones le había sucedido, Yahaira optó por esconder su embarazo.
“El (su tío) me amenazaba para que yo no hablara, siempre abusaba de mí cada vez que quería, mi mamá trabajaba y mi papá también. Siempre quise hablar con mi madre pero ella nunca tenía tiempo y cuando salí embarazada querían llevarme al médico para que abortara la niña pero ya tenía más de cuatro meses y el médico dijo que era un riesgo para mí y la niña, decidimos echar para adelante pero nació con parálisis cerebral”, relata.
Hoy, desde una humilde vivienda alquilada donde duerme en colchones forrados por la suciedad, Yahaira implora la ayuda de las autoridades gubernamentales.
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