Carlos III, el monarca más longevo en ascender al trono con 73 años, ha preferido la continuidad del reinado de más de siete décadas de su madre, en vez de liderar transformaciones radicales. 

El rey se ha asegurado de que ni los británicos ni los ciudadanos de la Commonwealth noten demasiado el cambio que se temía cuando era todavía el príncipe de Gales. 

Pese a dar pasos absolutamente calculados, en estos 365 días tras la muerte de Isabel II, Carlos se ha mostrado como un soberano acorde con el siglo XXI a pesar de su avanzada edad. 

Prueba de ello es que ha abierto las puertas de los palacios reales para que las transmisiones en vivo de los medios de comunicación y las redes sociales rompan el misterio y el secretismo que ha rodeado esta institución durante siglos. 

El rey Carlos III

El uso de la tecnología no es gratuito. Carlos sabe que el futuro de la monarquía está en la aceptación de las nuevas generaciones y lo está capitalizando. 

Durante su coronación, en mayo pasado, solo un acto estuvo vedado para las cámaras de televisión: el momento ‘sagrado’ en que fue ungido con el aceite de oliva, extraído de frutos crecidos en el Monte de los Olivos.  

Su coronación, que mantuvo la esencia de la misma ceremonia religiosa y constitucional que se ha cumplido por siglos, tuvo un viraje introducido por el mismo rey. 

Sutil, como lo obliga su título, pero le dio un aire de modernidad con la participación de diferentes líderes religiosos. 

«Aunque es claramente anglicano, también cree en la Sabiduría Perenne, en la geometría sagrada, cree que la naturaleza misma es sagrada y, por lo tanto, su ambientalismo está impulsado por ideas mucho más profundas y, a veces, más extrañas de lo que se esperaría», afirma Catherine Mayer, la autora del libro ´Charles: the Heart of a King´.

«Si Isabel era vista como la abuela de la nación, su hijo está adoptando el papel de abuelo», afirma el periódico británico ´The Times´.

La prudencia que forja a ‘verdaderos’ reyes

Antes de la muerte de Isabel, por sus problemas de movilidad, Carlos había asumido la jefatura de la familia y los asuntos de Estado. Desde hace un año, menos miembros de familia real asisten a eventos oficiales o en representación del rey.

Una indicación de que estaría actuando acorde con la crisis de la economía nacional, en la que, una familia en funciones más pequeña no debería gastar tantos recursos.

La experta en monarquía británica, Gabriela Morales, aseguró a France 24 que Carlos se ha mostrado «prudente y reservado», aguardando, inteligentemente, las elecciones generales de 2024 que proyectan un cambio de Gobierno conservador por uno laborista.

Será el momento, afirma, para que Carlos haga reformas y consiga apoyo para su agenda ambientalista.

«Él está a favor de la transición. Entonces, vamos a ver al verdadero Carlos cabildear como él sabe hacerlo. Ahí si vamos a los ver cambios que están relacionados con la estrategia diplomática con la Commonwealth y las excolonias británicas», sostiene Morales.

Para la biógrafa de Carlos, Catherine Mayer, no hay duda de que la financiación de la monarquía es una de las prioridades del rey.

«Él está bajo una presión que ciertamente no se ha visto en los últimos tiempos. Así que tiene que hacerlo, por lo que reformará la monarquía en cómo se ve ahora y tratará de encontrar algún acuerdo con su financiación y la forma en que encaje en las percepciones del público, que sea más aceptable bajo las terribles presiones económicas».

Para Morales el rey se está mostrando más transparente en cuánto a las finanzas familiares.

«Le tocó dar a conocer la economía del Privy Purse y lo ha explicado con bastante detalle porque él sabe que tiene a cuestas ese tema que arrastró su mamá, en el Queen’s consent, ese cabildeo que hacían con el Parlamento para mantener privadas sus riquezas. Sobre todo, que no se les investigaran sus cuentas privadas y él ha sido muy sutil tratando de demostrar que no se está enriqueciendo a costa del país de manera abusiva».

¿Una monarquía más política?

En este año, el príncipe William, el sucesor al trono británico, abrazó como suya la lucha para acabar con la mendicidad y ayudar a quienes tienen que vivir en las calles del país.

Una iniciativa, sin duda, importante en el contexto de la crisis del costo de vida en la que se ha disparado el número de quienes no pueden pagar renta. Sin embargo, generó polémica porque es al Gobierno al que le corresponde asumir este tipo de causas.

Según ´The Times´, el rey lanzará próximamente un programa para acabar con el desperdicio de comida, que también se inscribe en la coyuntura de una economía en crisis.

Sutiles, pero las causas que ha elegido el rey y su familia responden no solo a la realidad del país, sino a los intereses del mismo monarca.

«No lo hará de la misma manera que andaba armando escándalos, dando discursos que molestan a la gente. Él puede celebrar reuniones con el primer ministro todas las semanas y dar su opinión vigorosamente. Lo hará, seguirá activo», afirma Mayer.

La familia, su dolor de cabeza 

Mayer afirma que los primeros meses de Carlos como rey han sido «muy difíciles. Él es bastante razonable, pero en la forma en que su madre sabía lidiar, está volando mayoritariamente por debajo del radar».

Esto por cuenta de los escándalos que rodean a su familia y por la transparencia en la financiación de la Casa Real. 

Se sabe que mientras está dolido por las revelaciones de su hijo menor, Harry, tanto en sus memorias como en televisión, está en medio de un laberinto con la vergüenza familiar por las acusaciones contra su hermano Andrés.

Quien fuera conocido como el hijo favorito de Isabel II, fue acusado de presunto abuso sexual a una menor de edad, a la que habría conocido por su amigo el banquero pederasta Jeffrey Epstein y con la que habría tenido tres encuentros sexuales. 

Andrés ha negado las acusaciones, pero llegó a un millonario acuerdo con su demandante para que el caso terminara en los tribunales de Estados Unidos.

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