Dominicana en España

Ingrid Francis de Burgos, reside en España hace cuatro años.

Moviendo la cabeza y los ojos entristecidos recuerda las penurias que pasó al dejar su natal República Dominicana y llegar a España. Asegura que las  humillaciones de ciudadanos y el racismo imperan en el país europeo, especialmente hacia los dominicanos.

“Cuando estamos en República Dominicana queremos salir, pero cuando llegas te hace ideas de que te va a ir bien pero no es así, la realidad es otra”, cuenta a Investigación Objetiva.

Desde el momento que Ingrid pisó suelo español comenzó a buscar trabajo para ganar dinero, sin embargo al encontrar empleo, recuerda que se esforzaba por hacer bien sus obligaciones pero su empleador nunca estaba conforme.

Luego de dos meses de estar laborando, Ingrid fue despedida sin saber el motivo. Sus compañeros de trabajo estaban seguros de que el despido y el maltrato respondía a su nacionalidad: “él no quería saber de los dominicanos”.

El quedarse sin empleo le angustiaba, pero no pasó mucho tiempo y encontró trabajo en un restaurante  donde también tuvo que pasar por la misma discriminación de su trabajo anterior.

“A pesar de todo y gracias a Dios, me he podido adaptar en estos cuatro años que llevo aquí en España, pero extraña mi país y me he dado cuenta de que mi tierra es lo mejor que hay en el mundo”, manifiesta.  

La joven abandonó su país en busca de conseguir una mejor vida junto a su esposo y dos hijos.

Con emoción secreta dijo “en dominicana tu sale al patio y se arma un bochinche con los vecinos y de ahí un junte, que vamos hacer esto, preparamos un cocinao, que un sancocho y todos comemos, pero aquí no, si tú tienes la música prendida aunque no esté alta y son las nueve de la noche te llaman a los policías”.

Con acento doloroso y voz turbada afirma: “No es fácil vivir aquí, el que no sabe nada ni tiene papeles le es mas difícil conseguir un trabajo que le paguen el sueldo que le corresponde”.

Cerrando los ojos con melancolía y nostalgia recuerda mucho su país: la comida, el compartir con amigos y vecinos más allegados. Recibir el calor de su tierra, la libertad que se goza en su amada nación.

Ingrid anhela volver a deleitarse con el sabor de las frutas tropicales que sólo en Santo Domingo se puede encontrar: “hasta el gusto de las frutas es diferente”, dijo la mujer que ha tenido que adaptarse con valor y  fuerzas para seguir hacia delante por su familia.